Las Uvas de la Ira, de John Steinbeck | Un análisis económico | Ana Medina

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Este post está destinado al estudio de los orígenes, influencias y gestión de los organismos públicos respecto al conocido como “Dust Bowl” (traducido literalmente: “tazón de polvo”) y la gran migración al oeste que este evento causó, y que se retrata en "Las Uvas de la Ira" (1939) de John Steinbeck. Ha sido preparado por Ana Medina como parte de una tarea de evaluación continua en la asignatura "La Empresa y Su Entorno" en la ETSI Industriales de la Universidad Politécnica de Madrid, y se reproduce aquí con su permiso.

El Dust Bowl y las consecuencias que tuvo

Respecto a los antecedentes históricos, durante el siglo XIX tras la Guerra Civil de los Estados Unidos y principios del siglo XX, tuvo lugar una fuerte colonización y posterior desarrollo agrícola en la zona geográfica denominada como “las Grandes Llanuras” o “Frontera Interior”, una extensa meseta localizada en América del Norte que abarca estados como Nuevo México, Texas, Oklahoma, Colorado, Kansas, Nebraska, Wyoming, Montana, Dakota del Sur y Dakota del Norte. Cabe destacar que el gobierno federal promovió la ocupación de estas tierras mediante leyes como la Ley de Apropiación de Tierra y el Acta de Tierras de Cultivo, que actuaron como incentivo al permitir la adquisición de tierras a precios reducidos. Del mismo modo, el Acta de Descubrimiento de 1877, el Acta de Bosques de 1891, así como la alta demanda y rentabilidad de cultivos como el trigo facilitaron una rápida expansión agrícola especialmente notoria durante la década de 1920 y con ella, el empleo de técnicas agrícolas intensivas, la sobreexplotación, el monocultivo (trigo, maíz, algodón, algodón de cáñamo, etc.) y el arado de grandes áreas destinadas con anterioridad a la ganadería.

Por otra parte, resulta indispensable mencionar “el martes negro” o “crack del 29”, el desenlace final de un desastre iniciado el 24 de octubre, cuando tuvieron lugar escenas de pánico vendedor y abruptas bajadas de las cotizaciones. En consecuencia, pese a la intervención de los grandes bancos, cinco días después explotó definitivamente una burbuja especulativa que había sido gestada desde la Gran Guerra (1914-1919). Desde entonces, la economía estadounidense había experimentado un crecimiento extraordinario y el crédito era cada vez más accesible. Millones de norteamericanos se hipotecaron a fin de comprar acciones que, hasta el momento, siempre habían aumentado su valor. No obstante, nadie pudo (o quiso) prever que el jueves 24 se venderían hasta 12.9 millones de acciones cayendo hasta las cifras más bajas inimaginables y provocando en los corredores retrasos e informes incorrectos que elevaron el pánico y la confusión. Es decir, el crack del 29 supuso la ruina de tanto pequeños como grandes inversores, así como uno de los mayores desastres en la historia de Wall Street.

Poco después, tuvo lugar un largo periodo de sequías y altas temperaturas desde 1930 hasta 1939 (cuyo punto álgido fue 1935) mientras fuertes tormentas levantaban el polvo del suelo ya deteriorado, ocultando el sol, haciendo definitivamente inservibles los campos y causando problemas respiratorios a las personas y al ganado. Destaca especialmente el 14 de abril de 1935, día en que las tormentas alcanzaron vientos de hasta 70km/h impidiendo el paso de luz solar durante tres días.

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Estos dos factores determinantes llevaron a humildes ganaderos y agricultores (ya empobrecidos por la crisis económica) a adquirir créditos y ver cómo año a año, al no mejorar las condiciones meteorológicas, su deuda aumentaba exponencialmente hasta el desahucio y forzando eventualmente un éxodo masivo.

Grandes promesas laborales atravesaron Nuevo México y Arizona desde California hasta las estériles tierras de Oklahoma, Colorado, Kansas, Nebraska y Dakota, plantando en las humildes familias el sueño de una modesta vida en California. Oklahoma en concreto fue uno de los estados con mayores salidas migratorias, por lo cual aquellos migrantes provenientes de los estados abarcados por las Grandes Llanuras fueron denominados de forma genérica “Okies”. Así, se calcula que para 1940, en torno a 2.5 millones de personas ya habían migrado hacia el oeste (especialmente al Estado de California) estableciendo la que pasaría a ser la Ruta 66.

 ¿Fueron las grandes corporaciones responsables de la migración de los Okies?

Personalmente, pese a que los estados no fomentaron explícitamente las prácticas destructivas que desembocaron en el deterioro del suelo, considero que las políticas sobre el suelo mencionadas anteriormente jugaron un papel decisivo, siendo claramente descuidadas respecto a las consecuencias que podrían tener a largo plazo. Es decir, pese a que las sequías y altas temperaturas sean consideradas fenómenos naturales y que la alta demanda de trigo y el propio contexto de avance tecnológico dirigido a la mecanización influyeron también en los agricultores, creo realmente que existió un factor humano determinante que conllevó a deterioro y destrucción del suelo. Desde mi punto de vista faltó una visión a futuro, un organismo con medios (el Estado) que pudiera haber advertido de los peligros de la sobreexplotación a los agricultores que como autómatas cultivaban vertiginosamente para hacer frente a la demanda.

Por otra parte, los bancos concedieron créditos que los agricultores no pudieron afrontar. ¿Fue cruel la presión económica ejercida sobre ellos hasta el desahucio? ¿O acaso fueron los endeudados demasiado optimistas respecto a su situación económica? Resulta difícil adoptar una posición realista y pragmática que no olvide sus ideales.

Objetivamente los bancos no pueden perdonar deudas porque esto les haría endeudarse a ellos mismos, quebrar y dejar desamparados a sus trabajadores, quienes al igual que los “Okies” tendrían su casa, su familia y sus hijos. Del mismo modo, aplazarlas dependería de la situación puntual del banco, del deudor, la deuda, etc.; no obstante, se recuerda un marco económico desfavorable para todos: “Pero, entiendes, un banco o una compañía, […] Respiran beneficios, se alimentan de los intereses del dinero. Si no tienen esto mueren, igual que tú mueres sin aire, sin carne. Es triste, pero es así. Sencillamente es así” (capítulo V, “Las Uvas de la Ira”)

Por otra parte, las personas piden créditos para salir adelante y devolverlo cuando lleguen tiempos mejores; algunas lo logran, otras no. Durante la década de 1930 muchos no lo lograron y acabaron arruinados. No tengo la capacidad para decidir qué fue justo y qué no; sin embargo, me parece tan humano solicitar un préstamo como pedirlo de vuelta. Evidentemente hubo sufrimiento e impotencia, pero realmente no se me ocurre otra forma en que los hechos pudieran haber sucedido; no existe alguien contra quien “descargar el rifle” (capítulo V, “Las Uvas de la Ira”)

Finalmente, por aquel entonces la economía californiana se encontraba en un periodo de expansión, por lo que se requería mano de obra (a ser posible barata) para trabajar en sus campos. Por ello, existieron con claridad intereses por parte de las grandes corporaciones y agencias gubernamentales en un desplazamiento de trabajadores hacia la costa oeste. Campañas publicitarias, promesas de trabajo y tierras fértiles fueron las que atrajeron a millones de agricultores cuando en realidad la demanda de mano de obra, pese a ser amplia, era limitada.

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La responsabilidad del gobierno federal en la protección de los Okies

En este contexto de depresión y crisis agrícola y financiera, el gobierno federal de los Estados Unidos se vio obligado a responder ante la situación de los “Okies”. El New Deal es quizás la muestra más representativa de dicha intervención estatal. Se trata de un programa desarrollado desde 1933 hasta 1938 e iniciado poco después del inicio de la presidencia de Franklin D.Roosevelt. En el que se incluían diversas políticas destinadas a aliviar los efectos de la Gran Depresión en su conjunto: reformas financieras, programas de empleo y asistencia social y regulaciones destinadas a estabilizar y revitalizar la economía.

Las más destacadas en el ámbito financiero fueron la Ley de Emergencia Bancaria y la de Glas-Steagall que instauró la Corporación Federal de Seguros de Depósitos (FDIC). Por otra parte, se proporcionó empleo directo con la financiación de la construcción de infraestructura pública, resaltando la Administración de Obras Públicas. Respecto a la asistencia social, destinados a desempleados, ancianos y personas discapacitadas, se pusieron en marcha programas como la Administración de Ayuda de Emergencia y la de Seguridad Social. Además, tuvo lugar una reforma económica orientada a la supervisión gubernamental de la economía con la creación de La Comisión de Bolsa y Valores.

Con relación a la reforma agraria, resalta Hugh Hammond Bennett, quien en mayo de 1934 expuso ante el Congreso un nuevo proyecto para mitigar los efectos de la erosión del suelo de las Grandes Llanuras. Así, el 17 de abril de 1935 nace la Ley de Conservación de Suelos que estableció el marco legal para la promoción de la conservación de la tierra, agua y recursos naturales. Del mismo modo, el Servicio de Conservación de Suelo implementó programas en colaboración con propietarios y agricultores, ofreciendo también asesoramiento técnico. En adición, se impulsó la investigación y desarrollo, resaltando entre las instituciones educativas, la Universidad de Oklahoma. De esta forma, 200 millones de árboles rompevientos, cedros rojos nativos y fresnos verdes entre otros fueron plantados a lo largo de las cercas que, unidos al arado de tierras en surcos y la rotación de cultivos, redujeron en un 65% la cantidad de tierra arrastrada para 1938.

Cabe destacar que las mencionadas reformas adoptadas estuvieron dirigidas a toda la población estadounidense, especialmente a las clases trabajadoras, desempleados y agricultores afectados por el “Dust Bowl”. Impulsado por el Congreso, el presidente Roosevelt y su administración, el New Deal se vio respaldado por una coalición de diversos grupos entre los que se encontraban sindicatos, agricultores y activistas por los derechos civiles y sociales.

Por tanto, y respondiendo a la pregunta de si el gobierno federal debería haber intervenido para proteger a los “Okies”, evidentemente sí y así lo hizo en la medida en que pudo. Existen numerosas críticas al New Deal que cuestionan su efectividad y alcance social ya que, si bien supuso un alivio inmediato, la Depresión persistió sin llegar a recuperarse totalmente la economía estadounidense hasta la Segunda Guerra Mundial debido a cuestiones estructurales que no llegaron a resolverse al no abordar directamente las causas de subyacentes de dicha Depresión, sino sus efectos. Además, medidas como los controles de precios agrícolas y regulaciones laborales fueron las causantes de efectos negativos a largo plazo al limitar la flexibilidad del libre mercado que pudieron, a su vez, ocasionar que la crisis se prolongara.

Asimismo, con relación a la gestión federal, cabe destacar en cuanto a la estatal que algunos de los estados afectados por la sequía y tormentas sí buscaron retener a sus ciudadanos de diversas formas tales como la concesión de préstamos a bajo interés o ayudas alimentarias. No obstante, otros sí facilitaron y llegaron a impulsar el éxodo ofreciendo información acerca de las oportunidades de empleo y vivienda en la costa oeste.

No obstante, considero que en este contexto global no se olvidó a los afectados por el “Dust Bowl”, sino que el apoyo a estos por parte de las instituciones quedó reflejado en las medidas y políticas expuestas con anterioridad. Asimismo, bajo mi criterio es razonable buscar una solución inminente ante una situación urgente pese a que el gobierno federal quizás debiera haber buscado nuevas fórmulas a largo plazo.

En conclusión, millones de estadounidenses experimentaron las consecuencias de una crisis que el gobierno manejó lo mejor que pudo con las herramientas que disponía a fin de proteger a sus ciudadanos en conjunto. Por ello, y quizás pecando de optimismo antropológico, mantengo la creencia de que aquellas personas e instituciones encargadas de aplacar los sufrimientos y daños ocasionados por la Gran Depresión hicieron todo cuanto creyeron en su mano con una voluntad sincera.

La oferta y la demanda de trabajo en los años 30 en el contexto de "Las Uvas de la Ira”

La función de demanda se trata de una función descendente establecida como la cantidad de un cierto bien que un agente económico decide consumir a un cierto precio mientras la función de oferta (ascendente) representa la cantidad de un cierto bien que un agente económico decide vender a un cierto precio. Así, el concepto de equilibrio de mercado se define como el punto de intersección de ambas, fijando a su vez el denominado como precio y cantidad de equilibrio.

De este modo, en la obra de John Steinbeck, queda perfectamente ilustrado el comportamiento que tiene la una respecto a la otra. Como bien se le explica a Tom en el capítulo XX, cuando los melocotones maduran y deben ser recogidos las empresas demandan una alta cantidad de empleados. En este momento, de existir tan solo un número reducido de personas dispuestos a aceptar el trabajo; es decir, una oferta de empleados limitada e inferior a la demanda de estos, los terratenientes interesados en que se cosechara el producto deberían de aceptar o, al menos, ser más flexibles a la hora de negociar los salarios. No obstante, si por el contrario hubiera millones de migrantes desesperados por obtener ingresos por pequeños que fueran, serían los empresarios los que estuvieran “por encima” al establecerse subliminalmente una situación de poder por ser ellos quienes eligieran entre los desfavorecidos ya que existiría una mayor oferta de personas dispuestas a trabajar de las que se demandan.

“–Hay que recoger los melocotones rápidamente, ¿verdad? Justo cuando están maduros.

–Por supuesto.

–Bueno, supón que esa gente se une y dice «Que se pudran». Seguro que los salarios subían enseguida.”

Por tanto, dado que las grandes compañías de California eran bien conocedoras de cómo sacar la máxima rentabilidad a sus cosechas, imprimieron y emitieron incluso a estados lejanos promesas vacías de empleo a fin de alcanzar un exceso de oferta de empleados; es decir, manipularon la situación orientándola al segundo caso, el cual les beneficiaba evidentemente.

Por otra parte, en capítulos anteriores observamos una situación similar. En él Steinbeck hace hincapié en cómo el desarrollo tecnológico provocó inevitablemente la destrucción de los empleos de los agricultores, requiriendo menos mano de obra con la sustitución de éstos por una única persona que condujera un tractor. De este modo, la productividad aumentó y los costes que antes habían supuesto los ingresos de varias familias fueron desplazados por tan solo uno. Además, este uno, era tan solo uno entre los muchos padres de familia que buscaban alimentar a sus hijos, por lo que al igual que en el ejemplo de las cosechas de melocotón, acepta trabajar por precios excesivamente bajos debido a la precaria situación en la que se encontraba : “Porque son tres dólares por día. Me harté de suplicar para comer y de no conseguir nada” (Capítulo V, “Las Uvas de la Ira”)

Responsabilidad del Estado de California en la explotación de los Okies por los terratenientes californianos. 

El Estado de California experimentó durante la década de 1930 un éxodo masivo de inmigrantes impulsado por diferentes causas y factores mencionados con anterioridad. Sin embargo, una vez la demanda de empleados bajó, muchos de estos se encontraron sin ingresos ni viviendas, a lo cual California hizo frente mediante políticas sociales y económicas que incluían programas de ayudas a desempleados y medidas para regular la migración y el empleo, destacando que muchas de las ellas fueron dirigidas a un sesgo de la población.

Asimismo, pese a la promulgación de oportunidades laborales a los que habían sido habitantes de las Grandes Llanuras, las medidas más destacadas y controvertidas fueron las políticas de repatriación. Estas consistieron primordialmente en la deportación de descendientes mexicanos con independencia de su estado migratorio a fin de disminuir la tensión y enfrentamientos por empleos y recursos. Asimismo, el gobierno federal respaldó estas políticas, las cuales llegaron a afectar hasta a miles de personas pese a ser gran parte de ellas residentes legales e incluso ciudadanos estadounidenses.

Desde el punto de vista social, la Gran Depresión supuso un punto de inflexión en la opinión ciudadana respecto al gobierno, las instituciones financieras y el sistema económico en su conjunto; así como minó la confianza de la población en su capacidad de acción y protección dando lugar a un notorio escepticismo.

Por todo ello, bajo mi criterio, el Estado de California se vio sobrepasado con creces por la situación migratoria y no estuvo a la altura de las circunstancias ni para los inmigrantes en busca de trabajo, ni para los propios residentes. Las políticas fueron insuficientes y poco concretas en la medida en que no llegaron a ser efectivas ni lograron que los abusivos terratenientes dejasen de ejercer la casi esclavitud sobre sus asalariados.

Además, un clima de rechazo y desconfianza se gestó entre los californianos llegando incluso a desembocar en odio y discriminación mientras la justicia no respondió a las violentas represalias tomadas por los terratenientes ante los intentos de asociaciones similares a sindicatos que reivindicaran mejores condiciones laborales.

En conclusión, el Estado de California en periodo de crecimiento económico no supo gestionar los cambios demográficos que experimentaba para impulsar su potencial ni puso a disposición de los afectados por el “Dust Bowl” las medidas necesarias para su inserción en la sociedad californiana.

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