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Sintonía del podcast cortesía de Stormy Mondays (canción "Días mejores"). La redacción de la entrada del blog ha sido realizado por Gonzalo Pérez López del Hierro, autor del proyecto value4all.

Introducción

Como ya hemos mencionado, la inversión es una actividad esencial para hacer perdurar y crecer nuestro poder adquisitivo a lo largo del tiempo. Por ello, para desempeñarla de una forma adecuada se debe realizar un ahorro periódico mensual, acorde a las condiciones de vida de cada persona. Una vez se ha determinado la cantidad de ahorro mensual, se debe definir cuál va a ser la estrategia a seguir para invertirlo, ya que de otra manera no se hará de una forma consistente y los resultados obtenidos no serán todo lo adecuados que podrían ser.

Propuesta de distribución de la cartera:

Esta entrada de blog trata acerca de este último punto, cómo se debe distribuir ese ahorro periódico según la edad de la persona en cuestión, atendiendo a dos parámetros fundamentales en la inversión: la volatilidad y la rentabilidad esperada. La distribución de este se contempla únicamente en renta variable y según dos estrategias Growth y Dividendos Crecientes. De la primera se espera una volatilidad mayor, pero al mismo tiempo una rentabilidad más grande. En el caso de la segunda, la volatilidad que se espera es menor y, por tanto, una rentabilidad más pequeña. Los datos obtenidos de ambas estrategias han sido tomados según el intervalo de 2010-2019, que se puede considerar como un escenario “típico” bursátil. Estos son los presentados en la Tabla 1.

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Tabla 1: Datos históricos de ambas estrategias (2010-2019) Fuente: elaboración propia

Las edades contempladas son las comprendidas entre 25 y 70 años. Como límite inferior se ha impuesto una edad que en la cual se contempla que ya se ha comenzado la actividad profesional y que se tiene una mínima capacidad de ahorro. En el caso del límite superior, se ha impuesto una edad con algo de margen respecto de la jubilación suponiendo que la edad más típica para que esto ocurra sea los 65 años. Todos estos años se van a dividir en 4 intervalos, de los cuales los 3 primeros comprenderán 9 años, y en el último se contemplarán 15. La razón por la cual se ha realizado esto, es porque en los años posteriores a la jubilación habitual, para aquellas personas que su actividad profesional se prolongue un poco más, la situación de vida va a ser muy similar a la de los años anteriores. Por eso, se ha considerado adecuado incluirlos en este último apartado haciéndolo ligeramente más extenso. Así, los intervalos de edades serán los siguiente.

Respecto a los parámetros esenciales previamente mencionados, se van a cuantificar con datos más que establecidos en la industria financiera, y por tanto tienen una firme fiabilidad. Cómo se va a realizar está explicado a continuación.

El primer aspecto se va a cuantificar a través de una medida denominada β. Este dato representa la volatilidad de un portfolio comparada con la volatilidad total del mercado. Para las edades más jóvenes que contempla nuestro plan (25-30 años), este dato puede ser elevado debido a una menor cantidad de responsabilidades. A medida que se vaya avanzando según la edad, este dato debería ir reduciéndose, y por consiguiente la volatilidad de la cartera. De esta manera, cuando se alcancen las mayores edades propuestas (65-70 años), la volatilidad soportada por la cartera debería ser la menor. Su cálculo se realiza según la siguiente expresión:

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Donde Rm es la rentabilidad media del mercado y Re la rentabilidad media de la acción que se está cuantificando.

El segundo punto para tratar es la rentabilidad media esperada de cada aportación mensual realizada. Esta dependerá de las rentabilidades medias de cada estrategia y del reparto porcentual del ahorro mensual. Por tanto, la rentabilidad esperada será una media de las rentabilidades por estrategias, ponderada según el peso que se aporte a cada una de estas. Así, se calculará de la siguiente manera:

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Donde RG es el porcentaje del ahorro destinado a la estrategia Growth, y RD, la rentabilidad esperada de dicha estrategia. Por consiguiente,  es el porcentaje del ahorro destinado a la estrategia Dividendos Crecientes, y la rentabilidad esperada de dicha estrategia.

Una vez explicadas todas las variables con las que se van a trabajar para la propuesta de este modelo de distribución del ahorro, se presenta el punto de partida. Este es ampliamente conocido y se llama “La regla del 120”. Su objetivo es también la distribución del ahorro para invertir, pero en este caso según qué tipo de vehículo financiero, renta fija o renta variable.

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Figura 1: Regla del 120. Fuente: helpmycash.com

Esta regla tiene como principal inconveniente, el sacrificio de una gran cantidad de rentabilidad posible, sin siquiera asumir más riesgo. Porque debemos recordar que el riesgo está asociado a la empresa que emite los bonos de deuda, en caso de ser una compañía, o las acciones en las cuales se están invirtiendo. Es por ello, que se quiere proponer un modelo que solo valore renta variable, y que la distribución la realice entre las dos estrategias mencionadas.

Tras realizar las adaptaciones necesarias, resulta el plan propuesto en la siguiente ilustración.

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Figura 2. Propuesta final para la distribución del ahorro. Fuente: elaboración propia

En la primera etapa, en la cual aún no se está a cargo de una gran cantidad de responsabilidades, la volatilidad soportada será mayor que la del mercado en su totalidad, pero de la misma manera se obtendrá una mayor rentabilidad de vuelta. En cambio, en la última etapa, la volatilidad ya se ha visto reducida considerablemente en comparación con la primera adaptación de la regla a esta propuesta. A pesar de esta volatilidad reducida, se quiere remarcar la elevada rentabilidad esperada en las aportaciones realizadas según esta distribución de estrategias. Las etapas intermedias, como previamente se ha mencionado, cumplen su función de evolución progresiva tanto del coeficiente β como de la rentabilidad esperada.

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Figura 3. Evolución de la beta y la rentabilidad a lo largo de los años según la distribución propuesta.

Estos porcentajes tienen un objetivo orientativo. Así, el perfil de inversor dispuesto a soportar una mayor volatilidad, obteniendo algo más de rentabilidad, puede realizar ligeras modificaciones en las últimas etapas. En cambio, para un perfil de inversión más adverso al riesgo se pueden realizar las modificaciones en las primeras etapas, sacrificando rentabilidad a cambio de una menor volatilidad.

Key Takeaways:

KT1 – Hay muchos tipos de acciones, pero se podría decir que en última instancia sólo hay dos tipos: las acciones que pagan dividendo de una manera recurrente y las que no.

KT2 – Para la inversión en el largo plazo interesan fundamentalmente las que sí reparten dividendos.

KT3 – Sin embargo, el reparto de dividendos merma la liquidez de la empresa, y le dificulta el desarrollo de su negocio, si este es muy intensivo en el uso del capital. Esto afecta a la progresión de la cotización de la misma, es decir, a su crecimiento.

KT4 – Cabe por tanto preguntarse si no sería preferible tener una parte de la cartera de largo plazo en acciones con alto poder de revalorización (growth o crecimiento), a costa de reducir el peso de las acciones que reparten dividendos.

KT5 – Se hace una propuesta que cuenta con una mayor volatilidad de la cartera mientras el inversor es joven, con un mayor crecimiento del valor de las acciones. A medida que el inversor cumple años, irá mutando, prefiriendo una menor volatilidad y asumiendo una menor rentabilidad, mediante el incremento de las acciones de dividendo en la cartera.

 




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Notas:

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El proyecto value4all es un proyecto divulgativo sin ánimo de lucro. No somos una gestora ni comercializadora de acciones y/o fondos, ni aceptamos publicidad de comercializadoras para preservar la independencia del proyecto.

Los fondos que deposites en renta variable (acciones) no están garantizados. El capital invertido queda por lo tanto sujeto a las subidas y bajadas del mercado. Debes por lo tanto considerar la inversión en Bolsa como un vehículo adecuado para tus ahorros en el largo plazo, esto es, el destino del ahorro que estás seguro de no necesitar en un horizonte de 8-10 años. En caso contrario, el riesgo de que acabes teniendo menos dinero del depositado es muy alto.