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Esta entrada del blog ha sido redactada por María Olalla Morales, autora del proyecto Value4all.

Introducción

A la problemática del sistema de pensiones en España le dedicamos la primera entrada de este blog. Presentamos algunas alternativas al sistema en esta otra entrada del blog. Y no sólo eso, sino que hasta hemos hecho un vídeo sobre ello.

Cabe preguntarse si los problemas detectados en España son endémicos de nuestro país o se producen en muchos de los que hay en nuestro entorno. En un primer lugar, se estudiará el origen de las pensiones, posteriormente los diferentes modelos fruto de su evolución realizando una comparativa por países, y, por último, se presentarán los desafíos a los que se enfrenta el sistema. Finalmente se hará una previsión del futuro y se pondrá de manifiesto la posible insostenibilidad a largo plazo del modelo actual.

El origen de las pensiones

El sistema actual de pensiones data del siglo XIX, pero si se tienen en cuenta todos los mecanismos de solidaridad que se han observado a lo largo de la historia entre individuos capacitados e incapacitados para trabajar, hay que remontarse años atrás [1].

Según explican arqueólogos y antropólogos, ya existían hace miles de años sistemas sociales de este tipo. Las sociedades desarrollaron instituciones, normas y pactos sociales para cuidar a los miembros más necesitados. Las pensiones, aun no siendo consideradas cuidados, están ligadas a ese principio de solidaridad.  En la época de los legionarios romanos, Augusto, el primer emperador romano, elaboró el Aerarium Militare. Compensación a los legionarios que habían servido su tiempo en la milicia, 16 años, con un único pago equivalente a 12 años de sueldo [2]. Además, con este sistema se pretendía contener la amenaza que suponían los legionarios después de haber cumplido su servicio, y tentados revelarse contra el emperador.

Avanzando en el tiempo, se observan en la Edad Media y en la Edad Moderna sistemas solidarios como los sistemas de apoyo mutuo en los gremio y cofradías [3]. Los miembros activos de las familias medievales, en la que convivían varias generaciones, se hacían cargo de los miembros mayores. Asimismo, en las sociedades medievales europeas se empleaban instituciones y leyes de las que se servían pequeños propietarios de tierra o inmueble para proveerse de rentas y servicios durante su retiro, al no poder obtener rentabilidad de esos activos por sí mismo.

Sin embargo, el sistema de pensiones como lo conocemos hoy en día se ha nutrido de los pertenecientes al siglo XIX. En el año 1881, con el fin de promover el bienestar de los trabajadores y evitar un levantamiento social, Alemania con Otto von Bismarck al frente se convirtió en el primer país del mundo con un sistema de pensiones para contener una revolución socialdemócrata [4]. Después de la Primera Guerra Mundial, los sistemas de seguridad social para los trabajadores y adultos mayores se desarrollaron de manera rápida en diferentes regiones. Y la protección social se incluyó en los programas de organismos mundiales, como la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

En 1944, en la Declaración de Filadelfia de la OIT, se llevó a cabo una petición de la aplicación de las medidas de seguridad social y un estudio de los problemas relativos a la administración de los sistemas de pensiones. En 1945, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En el artículo 22 se reconoce: “Toda persona, como miembro de la sociedad, tiene derecho a la seguridad social.” En 1961, se funda la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), organismo de cooperación internacional compuesto por 38 estados cuyo objetivo es coordinar sus políticas económicas y sociales.

En todas las épocas previamente descritas, las pensiones se pueden ver desde dos puntos de vista. Por un lado, las pensiones pueden ser acogidas desde el principio de solidaridad. Desde los cuidados en el paleolítico hasta las pensiones contemporáneas, podemos observar claros ejemplos de instituciones sociales que se han ocupado de regular las transferencias intergeneracionales de recursos, más allá de los círculos familiares, para cuidar de los miembros más necesitados. Son consideradas un mecanismo de ahorro en las generaciones mayores, en el que se aplaza la capacidad de consumo de los años activos hacia aquellos en los que la capacidad de trabajar está mermada por la edad. De esta manera, se acumulan recursos o derechos de jubilación durante los años laborales que posteriormente se transformaran en rentas vitalicias de jubilación.

Por otro lado, se ven como un mecanismo para evitar una revolución, o conseguir algo como la rotación de trabajadores. En la actualidad, muchos expertos consideran el sistema público de pensiones una manera de sobornar a los trabajadores de más edad, considerándolos menos productivos, para que abandonen su puesto de trabajo y lo cedan a trabajadores jóvenes.

Sin embargo, entre estos dos puntos de vista, es la idea de renta vitalicia en torno a la que se han organizado los sistemas de Seguridad Social en el mundo desde finales del siglo XIX [5]. El concepto de renta para toda la vida, como muchos lo conocen, supone el mayor reto económico al que se van a enfrentar todos los países desarrollados del mundo en los próximos años.

Sistema de pensiones en Europa

Los sistemas de pensiones ponen fin a la problemática de cómo vivir a partir de una determinada edad en la que las personas ya no están capacitadas físicamente para trabajar, o la garantía del trabajo no es la misma. Se definen tres formas de solucionar este problema: mediante pensiones sociales, mediante sistemas de impuestos y transferencias y mediante sistemas de ahorro. Los sistemas de impuestos y transferencias se denominan genéricamente sistemas de reparto, y a los sistemas de ahorro, sistemas capitalizados. En sistemas de reparto tradicionales, los impuestos que se emplean para financiar las pensiones se llaman cotizaciones, y generan derechos pensionales para los trabajadores. En sistemas capitalizados, los trabajadores ahorran y capitalizan una parte de sus rentas laborales. Los planes en los que se capitaliza este ahorro, pueden ser planes de empleo si son organizados por las empresas, o planes personales, si son organizados individualmente por los propios trabajadores.

Ambos sistemas, de reparto y capitalizados presentan ventajas e inconvenientes, y si bien es cierto que todos los países de Europa tienen elementos de ambos sistemas, aunque combinados de diferentes maneras. Los sistemas de reparto cuentan con la garantía del estado, pues dada su capacidad recaudatoria de estado pueden pagar rentas vitalicias a un coste más bajo que los sistemas capitalizados. Sin embargo, el sistema de reparto no incentiva el trabajo y el ahorro, y es más vulnerable al desafío demográfico, en comparación a los sistemas capitalizados. Asimismo, el sistema de reparto tiene una mayor exposición al desafío económico que plantean las globalizaciones y las recesiones, pues no puede diversificarse geográficamente. Dado que la promesa implícita en los sistemas de reparto es completamente local, las pensiones de reparto están estrechamente ligadas a la evolución de Producto Interior Bruto local [6].

El marco institucional

El sistema público de pensiones en España cubre un conjunto de contingencias relacionadas con el envejecimiento, el fallecimiento y la enfermedad [7]. Para ello cuenta con dos modalidades: una asistencial y otra contributiva obligatoria. La modalidad asistencial se financia con impuesto generales y sus prestaciones las reciben las personas con niveles de renta y riqueza inferior a un determinado umbral. Por otra parte, la modalidad contributiva se financia con las cotizaciones sociales de los empresarios y trabajadores activos, es decir, bajo el principio de reparto. El sistema de pensiones de reparto es aquel en el que se financias las prestaciones a la parte pasivas mediante las cotizaciones de la parte activa. La cuantía de las prestaciones se calcula en función del historial laboral del individuo con un criterio contribuido y de prestación definido. Asimismo, la cuantía de las pensiones debe situarse dentro de una banda fija por ley, determinada por unos niveles de pensión mínima y uno de pensión máxima. En el caso español, los fondos y planes privados de pensiones tienen un alcance muy limitado.

En los países de la Unión Europea (EU) predominan los sistemas públicos contributivos de pensiones de reparto y de prestación definida. A diferencia del caso español, es frecuente que estos sistemas se complementen con fondos de capitalización, tanto público como mediante la promoción de fondos privados. Italia y Suecia, por ejemplo, presentan un sistema de contribución definida que funcionan con una base actuarial, para convertir las aportaciones acumuladas en una pensión vitalicia.

En la tabla que aparece a continuación, se muestran las características de los sistemas de pensiones en distintos países. El gasto en pensiones públicas (a) se mide como porcentaje del PIB, la edad de jubilación y la edad efectiva de jubilación (b) corresponde a los varones, la tasa de dependencia (c) es el número de pensiones sobre la población entre 15 y 64 años y la tasa de sustitución (d) está definida como pensión media sobre salario medio. Es importante subrayar que en algunos países la tasa de sustitución comparativamente es baja, como el caso de Suecia o Reino Unido, esto se debe a que el peso de las pensiones privadas en mayor. Y, por último, la tasa de acumulación (e) que representa la tasa a la que se acumulan derecho de pensión. En la última columna, se especifica en tipo de sistema de pensiones que predomina en cada país: prestación definida, prestación fija, sistema de puntos y cuentas nocionales, todas ellas se explicarán en detalle en el siguiente punto, pero de manera simplificada se definen la siguiente manera. La prestación definida, se articulan en torno a las cuentas de los trabajadores y la prestación se calcula en base a la cotización ; prestación fija, independientes de la contribución de los trabajadores y diseñadas para financiar únicamente unas pensiones básicas, deberán emplearse junto a otros programas de pensiones privadas; sistema de puntos, donde se transforman las cotizaciones en puntos que se canjean por pensiones en el momento de la jubilación ; y, cuentas nocionales, donde se calculan las pensiones en base al valor presente de todas las cotizaciones que se han acreditado a lo largo de toda la carrera laboral.

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Tabla 1: Sistema de pensiones en países de Europa. Fuente:  2015 Ageing Report, elaboración propia

A partir de la información obtenida en la tabla, se puede afirmar que la modalidad del sistema público de pensiones en España comparte característica con los países de su entorno, aunque presenta diferentes matices:

Las pensiones sociales, de reparto y capitalizadas al detalle, revisión de la situación en países europeos

Para el estudio que se va a realizar a continuación se van a comparar los sistemas de pensiones de España, Portugal, Italia, Francia, Alemania, Reino Unido, Países Bajos y Suecia. Este grupo de países será considerado los países de la muestra.

Las pensiones sociales

Las pensiones sociales tienen como objeto reducir el nivel de pobreza de las personas mayores a una edad determinada. También persiguen evitar que una vida laboral poco productiva, marcada por fracasos, resulte en una vejez dura y sin medios. Todos los países de la OCDE cuentan con una pensión social, y en la amplia mayoría de los estos países la cuantía de las pensiones sociales depende de los recursos económicos, es decir, de la renta y patrimonio de las personas que lo solicitan. Sin embargo, la principal desventaja de las pensiones sociales es que desincentivan el trabajo y el ahorro de la población que tiene derecho a disfrutarlas. Además, el aumento de esperanza de vida encarece estos programas y algunos países han tenido que adaptarse imponiendo condiciones más restrictivas.

Aun siendo todos los países de la muestra sociedades europeas avanzadas, las pensiones sociales y las tasas de pobreza entre sus mayores varían como puede verse en la tabla inferior. La tasa de pobreza se calcula como la proporción de mayores de 65 años cuyas rentas no superan el 50 por ciento de la renta disponible del hogar mediano equivalente, reflejado dicho dato en la segunda columna de la tabla.

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Tabla 2: Las Pensiones Sociales y la Pobreza entre los Mayores de 65 años. Fuente: OECD Income Distribution Database. Pensión Social y Salario Medio: OCDE Pensions at a Glance 2013.

En base a la tabla podemos extraer la siguiente conclusión, destacan los cambios de orden de Portugal y Alemania cuando calculamos la pensión de la forma pensión social en euros o porcentaje de pensión respeto al salario medio. La pensión social portuguesa es la segunda menor de la muestra cuando se calcula en euros y pasa a ser la mayor de la muestra al ser calculada en proporción al salario medio. En cambio, la pensión social alemana pierde tres puntos y pasa de ser la más baja cuando la calculamos en proporción al salario medio.

A partir de esos datos, se aprecia una correlación entre la proporción del salario medio que suponen las pensiones sociales de los nueve países de la muestra y sus tasas de pobreza entre los mayores de 65 años.Pensiones F1

Figura 1. Correlación entre la proporción del salario medio y sus tasas de pobreza. Elaboración propia

Como se puede observar en el gráfico, la pendiente de la recta de regresión es negativa, aunque es coeficiente de determinación de la regresión no es demasiado alto, 0,3276. Este resultado pone de manifiesto que las pensiones sociales son una forma relativamente eficiente de reducir la pobreza en el colectivo de mayores, aunque se desincentive el trabajo y el ahorro con sus potenciales beneficios.

Las pensiones de reparto

Todos los países de la muestra además de contar con pensiones sociales financian al menos una parte de sus pensiones con sistemas de reparto. Este sistema grava el trabajo mediante un impuesto y transfiere la recaudación de ese impuesto a los jubilados que cumplen determinadas condiciones.

Cada país organiza sus pensiones de reparto de distinta manera. Los sistemas más avanzados son Italia y Suecia, pues contabilizan sus derechos pensionales como sistemas de cuentas nocionales. En los sistemas basados en cuentas nocionales, la base reguladora con la que se calculan las pensiones es el valor presente de todas las cotizaciones que se han acreditado a lo largo de toda la carrera laboral. Este sistema se caracteriza porque incentiva más el trabajo y el ahorro por su transparencia y relación palpable entre cotizaciones y pensiones. Además, las cuentas nocionales resultan más flexibles que los sistemas tradicionales al permitir ajustar los derechos pensionables a las perturbaciones demográficas y económicas a medida que se van produciendo, y también porque permiten la liberación de la edad de jubilación. A pesar de que los saldos de las cuentas nocionales no están invertidos en ningún activo, por su transparencia y por los incentivos que crean, esos sistemas son los que más se parecen a los sistemas capitalizados.

Los sistemas de reparto de los Países Bajos y del Reino Unido son independientes de la contribución que hayan hecho los trabajadores y se diseñan para financiar únicamente unas pensiones básicas. La cuantía de estas pensiones es superior a las pensiones sociales, pero no suficientes por lo que debe ser complementada con otras pensiones ya que las tasas de reposición están entorno al 30 por ciento del salario medio.

El sistema de reparto de Alemania calcula el derecho pensionable con un sistema de puntos. Los sistemas de puntos transforman las cotizaciones en puntos que se canjean por pensiones en el momento de la jubilación. Los sistemas de reparto se sitúan entre los sistemas de reparto tradicionales y los de cuentas nocionales. El sistema de puntos permite emplear los precios de los puntos para adaptar los derechos pensionables y las pensiones a los cambios demográficos y económicos. Sin embargo, no resultan tan transparentes ni flexibles como los sistemas de cuentas nocionales. La tasa de reposición del sistema de reparto alemán está en torno al 40 por ciento, cuantía intermedia entre las tasas de reposición de las pensiones básicas y las de los sistemas de reparto tradicionales.

Francia, España y Portugal son los únicos tres países de la muestra que mantienen sistemas de reparto tradicionales. Aunque difieren en los detalles del cálculo de sus bases reguladoras, estos sistemas se caracterizan por su falta de universalidad, con múltiples regímenes y excepciones; por su opacidad, con fórmulas para vincular las cotizaciones con los derechos pensionables arbitrarias y complejas; y, por sus rigideces, con dificultades para adaptarse a los cambios demográficos y económicos, y para flexibilizar las edades de jubilación. Francia, España y Portugal también tienen en común las dificultades políticas que están experimentando para adoptar reformas radicales que modernicen definitivamente sus sistemas de pensiones. A cambio, las tasas de reposición de las pensiones públicas de estos tres países están entre las más altas de la muestra. Según la OCDE, las tasas francesa y portuguesa superan el 50 por ciento del salario medio y la española supera el 70 por ciento.

El Gasto Público en pensiones en los distintos países de la muestra varía de uno a otro. El rango de la ratio entre el gasto público en pensiones y el PIB está comprendido entre el 6,8% en los Países Bajos y el 14,9% en Italia como se muestra en el cuadro inferior.

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Tabla 3: Gasto Público en Pensiones como proporción del PIB y tasa de reposición. Fuente: OECD Pensions at a Glance.

También podemos observar como la tasa de reposición de las pensiones, definida como el cociente de dividir la pensión media por el salario medio. La correlación entre estas dos variables es positiva.

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Figura 2. Correlación entre GPP y Tasa de Reposición Pública de las Pensiones Públicas. Elaboración propia

La observación que corresponde a España es la que más se aleja de la recta de regresión, pues España tienen la tasa de reposición más alta de todos los países de la muestra. La tasa de reposición de las pensiones públicas italianas es la única que se aproxima a la española, pero el gasto en pensiones italiano es mayor porcentaje del PIB que el español. Una parte de las diferencias en las cuantías del gasto público en pensiones entre los países de la muestra se debe a que las participaciones de los sistemas capitalizados en la provisión de las pensiones son muy diferentes. Para España, Italia, Francia y Portugal, la OCDE no publica las tasas de reposición de las pensiones privadas. En los demás países de la muestra esas tasas varían en un rango comprendido entre el 16,0 en Alemania y 61,1 en los Países Bajos.

En cuanto a la correlación entre las tasas de reposición de las pensiones privadas y el gasto público en pensiones, como se muestra en el gráfico número 3, es claramente negativa. La pendiente de la recta de regresión es –0,1187 y su coeficiente de determinación es 0,7442. Por lo tanto, cuanto mayor es la participación de los sistemas de ahorro en la provisión de las pensiones, menor es el gasto del sector público en pensiones.

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Figura 3. Correlación entre GPP y Tasa de Reposición de las pensiones privadas. Elaboración propia.

Por último, en el gráfico inferior se ilustra la correlación entre la tasa de cobertura de las pensiones totales, definida como la suma de las tasas de cobertura de las pensiones públicas y la de las privadas y el gasto público en pensiones. Si consideramos todos los países de la muestra, la pendiente de la recta de regresión es negativa, –0,1188, pero su coeficiente de determinación es relativamente bajo, 0,2287. Pero si excluimos a los Países Bajos, que tienen un sistema de pensiones peculiar, esta correlación desaparece como se muestra en el Gráfico 5. Sin los Países Bajos, la pendiente de la recta de regresión pasa a ser –0,0263 y el coeficiente de determinación pasa a ser 0,0056. Una interpretación de este resultado es que el gasto del sector público no juega un papel determinante en la tasa de reposición de las pensiones. O, dicho de otra forma, una previsión suficientemente generosa puede organizarse de muchas maneras.

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Figura 4. Correlación entre GPP y Tasa de Reposición de las Pensiones Totales. Elaboración propia

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Figura 5. Correlación entre GPP y Tasa de Reposición de las Pensiones Totales, excluyendo a Países Bajos. Elaboración propia

Las pensiones capitalizadas

El aspecto en el que más difieren los sistemas de pensiones en los países de la muestra es en el grado de desarrollo de sus sistemas de pensiones capitalizadas, y en la participación de estos sistemas en la previsión para la jubilación. Las cuantías de los fondos de pensiones en los que participan los residentes en esos países varían en un rango comprendido entre el 0,3 por ciento del PIB en Francia y el 135 por ciento del PIB en los Países Bajos. Los Países Bajos y el Reino Unido son dos casos excepcionales pues las cuantías de los fondos de pensiones, 135 y 96 por ciento de sus PIBs, son mucho mayores que las de los restantes países de la muestra, que no superan el 10 por ciento del PIB. La cuantía insignificante de los fondos de pensiones franceses se debe a que gran parte de sus pensiones privadas está invertida en reservas contables de las empresas que gestionan esas pensiones.

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Tabla 4: Los Fondos de Pensiones y el Gasto Público en Pensiones. Fuente: OECD Pensions at a Glance.

Las tasas de cobertura de los planes capitalizados también son muy diferentes como se puede observar en la tabla. Suecia y los Países Bajos tienen planes de empleo casi obligatorios que dan cobertura a un 90 por ciento y a un 88 por ciento de sus trabajadores. Las tasas de cobertura a de los planes de empleo de los restantes países de la muestra varían en un rango comprendido entre el 3,3 por ciento de España y Portugal y el 56,4 por ciento de Alemania. Las tasas de cobertura de los planes personales también son muy diferentes. Suecia es el único país de la muestra que tiene un sistema de planes personales obligatorios que dan cobertura a todos los trabajadores que se incorporaron al mercado de trabajo a partir de 1998. En todos los demás países de la muestra los planes personales son voluntarios. El rango de las tasas de cobertura de estos planes está comprendido entre el 5,1 por ciento en Portugal y el 35,2 por ciento en Alemania.

En el gráfico inferior se muestra la relación entre la tasa de cobertura total de las pensiones privadas y la cuantía de los fondos de pensiones respecto del PIB.

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Figura 6. Correlación entre La Tasa de Cobertura Total y los Fondos de Pensiones. Elaboración propia

Si tenemos en cuenta todos los planes personales, los obligatorios, los casi obligatorios y los voluntarios, los planes capitalizados cubren a todos los trabajadores suecos y holandeses, y en los demás países varían en un rango comprendido entre el 8,4 por ciento de Portugal y el 43,3 por ciento del Reino Unido.

A continuación, se muestra la correlación entre el gasto público en pensiones y la cuantía de los fondos de pensiones. La correlación entre estas dos variables, -13,608 es claramente negativa y el coeficiente de determinación es relativamente alto, 0,6347. El signo de la correlación sugiere que las pensiones públicas y las pensiones privadas son sustitutivas y que una forma eficiente de reducir el coste de las pensiones para el sector público podría ser disminuir la cuantía de las pensiones de reparto y fomentar la de las pensiones capitalizadas.

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Figura 7. Correlación entre GPP y los fondos de pensiones. Elaboración propia

Por último, se representa la correlación entre la tasa de cobertura de los planes personales voluntarios y la tasa de cobertura de los planes de empleo casi obligatorios o voluntarios. La relación entre estas dos variables es positiva y el coeficiente de determinación es alto 0,6745. Esto se debe a que la cultura de ahorro para la jubilación juega un papel importante en la determinación de la cuantía de las pensiones capitalizadas. Cuando los trabajadores ahorran para la jubilación para asegurar su bienestar durante la vejez, aumenta la tendencia a invertir en planes de pensiones y tienden a complementar los planes de jubilación de las empresas con planes personales voluntarios.

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Figura 8. Correlación entre la Tasa de Cobertura de los Planes Personales Voluntarios y Planes de Empleo. Elaboración propia

Pensiones fuera de Europa: caso Chile y Estados Unidos

Pensiones en Chile

El modelo del sistema actual de pensiones en Chile se basa en un sistema de capitalización, que está siendo objeto de críticas actualmente por los chilenos, pues desde el año 2016 se están llevando a cabo numerosas protestas en el país [9]. El sistema chileno es el que más se acerca a un sistema de capitalización ideal y el más exitoso dentro de su tipología. La pensión media en chile es de aproximadamente 282€ mensuales, siendo la pensión española cuatro veces más alta; sin embargo, la renta per cápita española solo es dos veces más alta que la chilena.

La supuesta generosidad del sistema público de pensiones en España es un espejismo y se desmoronará, pues este ya es deficitario, como justifica Santiago Niño-Becerra [10], catedrático de Estructura Económica que argumenta que: “En 5 años no quedará nada en la hucha de las pensiones”. En 2016 el déficit alcanzó la cifra de 18.000M€ y el agujero se va a ir incrementando década tras década [11]. Además, la comparación resulta engañosa por dos elementos. Esos dos elementos son los que les conceden a las pensiones españolas una mayor magnitud que a las chilenas.

Resulta de este análisis que la cotización social española es el triple, pero la pensión española es solo el doble teniendo en cuanta la tasa de reemplazo actual. Por tanto, a medio largo plazo, los españoles tendrán que ahorrar el triple que los chilenos para obtener la misma pensión en términos relativos que en Chile. Si en Chile las cotizaciones fuesen del 28,3%, obtendrían una tasa de reemplazo del 105%, es decir, si la tasa impositiva de cotización en Chile fuese como la española, las pensiones relativas chilenas serían más altas. Por tanto, los chilenos solo deben aumentar su aportación al sistema de ahorro privado por encima del 10%, no deben copiar el sistema público español.

El sistema chileno no es perfecto, el primer error es suponer que un 10% de ahorro mínimo es suficiente para obtener pensiones adecuadas, se debería dejar a la discreción de cada chileno en función de la pensión que desea recibir en el futuro. En segundo lugar, Chile necesita más competencia entre sus fondos privados. El Estado ha restringido a que fondos pueden destinar el dinero los chilenos, lo que ha generado un oligopolio entre los fondos de pensiones chilenos. Espíritu paternalista del Estado ha generado un poder de negociación alto a esos fondos privilegiados. Entre las posibles mejoras del sistema chileno, resulta que sería beneficioso para los chilenos decidir cuanto invierten y donde lo invierten.

Gabriel Boric, presidente chileno desde el 11 de marzo de 2022, pretende acabar con el sistema de pensiones privadas para estatalizar el ahorro de los chilenos. Busca establecer una pensión básica para todos los chilenos que no tenga un componente contributivo, y el ahorro de los chilenos quede a disposición del estado, amparado bajo el concepto de pilar contributivo. Además, el gobierno redistribuirá el dinero como considere oportuno, basándose en sistema de reparto. Este sistema tendrá el problema de los sistemas de reparto intergeneracionales, y es la demografía. En el propio programa de Gabriel Boric se pone de relieve que el coste del sistema de pensiones irá aumentando progresivamente y por ello se propone crear un fondo de reserva para evitar los recortes. En España, por ejemplo, el fondo de reserva creado en 2011 ya se ha empleado en su totalidad, por lo que está medida no resulta la solución al problema demográfico y lo mismo ocurrirá a Chile.

Pensiones en Estados Unidos

El modelo de pensiones de Estados Unidos presenta grandes diferencias respecto al español y a los modelos que predominan en Europa [13]. Las pensiones y su cobertura pública se limitan a servicios básicos y resulta como iniciativa privada, bien de manera personal o de la empresa, el peso mayoritario de la provisión de ingresos en la jubilación. La parte acumulada consiste en lo que paga la empresa empleadora, sistema 401k que se explicará a continuación, así como en los propios ahorros del pensionista, que pueden acumularse en su cuenta o invertirse en valores y ser gestionados por fondos [14].

En primer lugar, en lo que respecta a la cobertura pública, la ley de prestaciones de la Seguridad Social a nivel nacional, que sigue vigente en la actualidad, fue firmada por el presidente Franklin Roosevelt en 1935. Según este documento todas las personas cuya edad supera el umbral establecido reciben una prestación. Además, en Estados Unidos existe un programa para personas en situación de pobreza (SSI), que ayuda en los casos en los que la cantidad cobrada por el Estado sea inferior al nivel de subsistencia. Su valor varía de un estado a otro.

La edad de jubilación en Estados Unidos es de 67 años, pudiendo jubilarse antes, pero quedando los pagos de jubilación sujetos a una reducción. La pensión social será solo del 70-80% de los pagos mensuales acumulados, dependiendo de la edad y el lugar de servicio. Mientras que, en el caso de jubilación tardía, a los 70 años, las mensualidades aumentan un 25%. Una edad de jubilación tan tardía en Estados Unidos se debe al aumento constante de la esperanzana de vida que se observó hasta el 2017. A partir de esa fecha ha ido disminuyendo ligeramente por diferentes factores.

En segundo lugar, en referencia a la iniciativa privada, existen principalmente dos sistemas de ahorro. En primer lugar, el sistema 401 es un plan de pensiones promovido por las empresas y donde el trabajador invierte una parte de su salario. El trabajador podrá igualar las aportaciones que realice el empresario y gozará de importantes incentivos fiscales. En segundo lugar, el sistema IRA es un sistema de ahorro individual que permite invertir un máximo de 5.500 dólares a individuos hasta 50 años y 6.500 dólares a individuos mayores de 50 sin efecto fiscal. La condición es que esta inversión sólo puede proceder de sus ingresos anuales. Ambos sistemas no son deducibles de impuestos. Destacar por otro lado que los militares estadounidenses obtienen beneficios adicionales de un fondo separado, así es que hay casos en los que el pensionista recibe tres pensiones.

Según datos de la OCDE [15], los ahorradores americanos ostentan el 65,4% de todo el patrimonio bajo gestión en fondos de pensiones en el mundo, alcanzando a cierre de 2019 18,8 billones de dólares, en términos europeos. El 30% de este ahorro a jubilación está canalizado, directa o indirectamente, en fondos de inversión.

Por último, mencionar dos aspectos que resultan sorprendes y relevantes en cuanto a las pensiones en Estados Unidos. El primer aspecto, en Estados Unidos la concienciación respecto a su futura jubilación es mucho mayor que en España, donde es especialmente escasa. Al estar basado el sistema americano casi totalmente en la previsión privada, la iniciativa de los individuos se hace fundamental, pues no cuentan con otra alternativa. Ahora bien, una realidad en España cada vez más clara es que no será posible una jubilación holgada sin aportación de ahorro privado que complemente la pensión pública. Urge un cambio de mentalidad y mayor acción por parte de los ciudadanos. En cuanto al segundo aspecto relevante, existe una importante diferencia entre la forma de canalizar el ahorro. En Estados Unidos, donde existe una visión del mismo a largo plazo, priman mecanismos como los fondos de inversión, vehículos muy flexibles. Sin embargo, en España, aunque cada vez han ido cobrando mayor protagonismo productos como fondos de inversión, planes de pensiones o seguros de ahorro, se ha basado y se sigue basando el ahorro en productos tan dispares como la vivienda, predominando la compra respecto del alquiler, o los depósitos, productos de ahorro a corto plazo sin incentivos fiscales y objetivos de rentabilidad modestos.

Conclusiones: mirando hacia el futuro

El desafío demográfico

Todos los países desarrollados se enfrentan a un doble desafío demográfico [16]. Por un lado, el aumento de la duración esperada de la jubilación; y, por otro lado, las tasas de natalidad por debajo de la tasa de reemplazamiento de la población. Los dos cambios demográficos a los que se está enfrentando la sociedad aumentan de forma considerable las tasas de dependencia, pues el envejecimiento de la población aumenta el numerador de esta, y la disminución de la población reduce su denominador.

El aumento de la duración esperada de la jubilación implica que el número de años durante los que se cobran las pensiones se ve incrementado, por tanto, se encarecen los sistemas de pensiones con independencia de cuál sea la forma elegida de financiación. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la duración esperada media de la jubilación va a aumentar en un número de años que varía en un rango comprendido entre los 4,0 años en Francia y 4,9 años en Italia.

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Tabla 5: La evolución de la Duración esperada de la Jubilación (años). Fuente: Pensions at a Glance OCDE, elaboración propia

Al ser los costes de pensiones directamente proporcionales a la duración esperada de la jubilación, en un escenario de ausencia de reformas, los costes de las pensiones podrían aumentar entre el 21,5 por ciento en Francia y el 27,1 por ciento en Portugal, por ejemplo. Dado que este aumento en los gastos de pensiones es inasumible, los países deberán reformular sus sistemas de pensiones.

El aumento de la duración esperada de la jubilación junto a una disminución en las tasas de natalidad y su estabilización por debajo de la tasa de reemplazamiento ha resultado en una tasa de crecimiento de la población negativas en casi todos los países de la muestra. En consecuencia, entre 2010 y 2050, las tasas de dependencia van a aumentar considerablemente como se muestra en la tabla inferior.

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Tabla 6: La evolución de las tasas de Dependencia. Fuente: Pensions at a Glance OCDE, elaboración propia

Como se puede observar en la tabla, en España, Países Bajos y Portugal, la tasa de dependencia va a aumentar en más del doble, y en el resto de países de la muestra entre un 49 y 86 por ciento. Todos los países de la muestra a excepción de Suecia e Italia retrasan la edad de jubilación para responder a este doble desafío demográfico, ajustando las cuantías de las pensiones de sus sistemas de reparto a la esperanza de vida. Suecia e Italia suponen una excepción puesto que emplean un sistema de reparto basado en las cuentas nocionales para el cálculo de las pensiones. Este hecho supone que la edad de jubilación sea voluntaria y que la cuantía de las pensiones se ajuste según la edad elegida y la esperanza de vida del momento.

El desafío económico

Además del desafío demográfico, los sistemas de pensiones se enfrentan al desafío económico de las diferentes crisis económicas en las que se ve envuelta la sociedad. La globalización y la intensificación de la competencia en la mayoría de las actividades comerciales e intensivas de mano de obra amenazan el estado de bienestar europeo tradicional, que difícilmente compite con los costes laborales más bajos de países emergentes [17]. La deslocalización industrial, a raíz de la globalización, ha concentrado mayores tasas de desempleo en determinadas actividades, acortado ciertas carreras laborales; y, por tanto, reducido los derechos pensionables de trabajadores.

Por otro lado, el rediseño institucional de la eurozona y el reforzamiento del Pacto de Estabilidad y Crecimiento genera tensiones sobre los sistemas de pensiones de reparto al limitar los déficits y las deudas de las administraciones públicas. Asimismo, todos los países se someten a una revisión de cuentas, incluidas las de la seguridad social, como supervisión permanente por parte de la Comisión Europea y del Eurogrupo. Estas revisiones generan la obligación de mantener un presupuesto estructural equilibrado para hacer sostenibles todas las administraciones públicas.

Estos cambios ponen en duda la viabilidad de los sistemas de pensiones de reparto tradicionales de prestación definida. Los países se han visto obligados a reformar los sistemas, reduciendo sus prestaciones, mejorando su sostenibilidad a medio plazo e incentivando el desarrollo de sistemas capitalizados complementarios [18].

¿Cuál es el futuro de las pensiones?

El sistema de pensiones es el pilar fundamental del estado de bienestar tal y como se entiende en los países desarrollados, y representa la mayor cuantía económica del gasto público. Aun así, la satisfacción que los ciudadanos muestran por las pensiones es insuficiente en comparación al gasto que suponen [20]. Además, hay que añadir que la mayoría de modelos actuales son insostenibles a largo plazo como afirma el experto en economía Juan Carlos Higueras [21]. Sin embargo, los gobiernos no quieren tomar acción pues tendría consecuencias electorales, son conscientes del gran peso electoral que suponen los jubilados (y la gran bolsa de ciudadanos en edad próxima a la jubilación), y más teniendo en cuenta las pirámides demográficas que parecen dibujarse para los próximos años, donde el número de personas mayores va en incremento [22]. Así es que los gobiernos y diferentes partidos políticos se van sucediendo, pero ninguno actúa modificando el sistema de pensiones hacia uno sostenible y con mayor agrado entre la población.

Hay dos modelos básicos de pensiones: sistema de reparto y sistema capitalizado. Muchos países desarrollados presentan un sistema de reparto, España es uno de ellos con un sistema que podría considerarse de reparto puro contributivo [23]. Este sistema implica que no hay ningún ahorro acumulado y se gasta todo el dinero que se ingresa cada año en concepto de seguridad social. El concepto de seguridad social presenta una singularidad y es que no es segura, pues no hay garantía jurídica de que las contribuciones que están realizando hoy los trabajadores les aseguren pensiones en el futuro. Los trabajadores presentes no tienen derecho o garantía futura de su jubilación, esa decisión dependerá del modelo de pensiones que establezca el gobierno y de las condiciones económicas de ese momento futuro como defiende Alberto Arena de Mesa, experto en economía, en su libro [24].

El sistema cuenta con un fondo de reserva para hacer al sistema resiliente pero dichos fondos se están agotando en numerosos países, y los gobiernos no parecen poner solución a esa problemática. Se ha desincentivado al ahorro privado, que es el motor de las sociedades prósperas, y la población está creyendo que sus contribuciones se están reservando para asegurar las futuras pensiones. Esto tiene un efecto perjudicial sobre el desarrollo económico, pues menos inversión implica menos capital disponible por trabajador, por tanto, menor productividad y salarios más reducidos. El ahorro real de las personas no solo sirve para cobrar una mensualidad al alcanzar la jubilación, sirve para construir un patrimonio familiar, disponer de activos que resulten de respaldo en un momento determinado como un préstamo o un proyecto empresarial, o simplemente ayuda a un familiar. Estos hechos no los respalda el sistema de pensiones y si el ahorro privado, y resulta de gran ayuda en familias de ingresos más bajos. La defensa del sistema de reparto como elemento de seguridad para las personas con menos recursos está en duda según afirma José Luis Monereo, catedrático de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social, en su libro “Reforma de las pensiones públicas y planes privados de pensiones” [31], pues destinan parte de su sueldo a pagar las pensiones de los actuales jubilados y el sistema no les asegura que ellos vayan a recibirlas. Duda si tiene sentido hablar de sistema pensiones de reparto en una democracia, y se considera una incorporación forzosa de todos los ciudadanos al sistema.

A esto hay que sumarle el envejecimiento progresivo de la población y las bajas tasas de natalidad en los países desarrollados, lo que deriva en sociedades envejecidas y que el coste del sistema de pensiones basado en el reparto crezca hasta que termine siendo insostenible. Ya se están observando en países como España un déficit en el sistema y esté irá a más si se continua así. Es una realidad que los países con sistemas de pensiones de reparto tienen un problema de sostenibilidad, pero los gobiernos no se lanzan a denunciar que el verdadero error es el sistema mismo [32]. Solo proponen soluciones populares como el retraso de la edad de jubilación o la disminución de la tasa de sustitución, en lugar de solucionar el problema.

Según el ensayo económico publicado por Nicholas Barr, profesor en la London School of Economics, y Peter Diamond, Premio Nobel de Economía 2010 y profesor en el MIT, [33] se debería reestablecer progresivamente un sistema de financiación basado en el ahorro y en la acumulación de fondos. Así las personas no estarían obligadas a permanecer forzosamente en el sistema y factores como el envejecimiento de la población no afectarían a la seguridad jurídica y garantía cierta de recibir las pensiones en el momento de la jubilación. El sistema de capitalización se fomentaría la acumulación de capital con todos los beneficios sociales que ello conlleva. Si la seguridad social se basa en la capitalización se solucionarían todos los problemas éticos, técnicos y se impulsaría el desarrollo económico y el crecimiento de los salarios, lo cual a su vez permitiría ahorrar más. Sin embargo, no se puede pasar de un sistema a otro de manera automática. Habría varias generaciones que tendrían que asumir ese coste, habrían estado toda su vida pagando las cuotas de la seguridad social y no recibirían compensación alguna al alcanzar la edad de jubilación. Se estima que las generaciones de una franja de 25 años asumirían esa carga hasta que las siguientes generaciones ya acumulasen activos para su jubilación, por lo que habría que pagar a esas generaciones. La solución por tanto reside en encontrar un punto intermedio, donde una parte del ahorro se destine a pensiones de reparto, en especial para pagar a esas generaciones, y la parte restante sea invertida en fondos. La transición a un sistema que permita al ciudadano ahorrar e invertir ese dinero de manera que se asegure unas pensiones en el futuro depende de los gobiernos y de la respuesta de la población.

Referencias

  1. De Arce, J. Antonio, doctor en Economía (2020): Libro del Instituto de Andalucía - Pensiones del futuro
  2. Angel, Lawrence J. (1984): Health as a crucial factor in the changes from hunting to developed farming in the eastern Mediterranean. In: Cohen, Mark N.; Armelagos, George J. (eds.) (1984) Paleopathology at the Origins of Agriculture (proceedings of a conference held in 1982).
  3. Clark, Elain (1982): Some Aspects of Social Security in Medieval England. Journal of Family History. Winter 1982.
  4. Conde-Ruiz, J. Ignacio y Clara I. González (2014): From Bismarck to Beveridge: the other pension reform in Spain - Journal of the Spanish Economic Association.
  5. Panis, Constantijn (2003): Annuities and retirement satisfaction.
  6. Conde-Ruiz, J. Ignacio y Paola Profeta (2007): The Redistributive Design of Social Security Systems.
  7. De la Fuente, Ángel, Miguel Ángel García y Alfonso R. Sánchez (2018): La salud financiera del sistema público de pensiones español: Proyecciones de largo plazo y factores de riesgo.
  8. Colombo, Francesca (2010): Long-term care workforce in OECD countries.
  9. Bentancor, Andrea (2020): Macroeconomía de desarrollo. El sistema de pensiones en Chile
  10. Niño-Becerra, Santiago (2022): Futuro, ¿qué futuro?
  11. Díaz-Giménez Javier, y Julián Díaz-Saavedra (2012): The Latest Reform of the Spanish Pension System Does Not Help Much.
  12. Diamond, Peter (1993): Privatization of Social Security: Lessons from Chile.
  13. Devesa, Enrique y Rafael Doménech (2017): Pensions, Economic Growth and Welfare in Advanced Economies, in Public pension systems: the greatest economic challenge of the 21st century.
  14. Von M. Hudhes (2019): U.S. Public Pension
  15. Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) (2018): OECD Pensions Outlook 2018, Highlights, OCDE, París
  16. Eurostat (2017): Population Projections.
  17. Autor, David y Anna Salomons (2018): Is automation labor-displacing? Productivity growth, employment, and the labor share.
  18. De la Fuente, Ángel, Miguel Ángel García Díaz, y Alfonso R. Sánchez (2018): ¿Hacia una nueva reforma de las pensiones? Notas para el Pacto de Toledo.
  19. García, David; Gordo, Esther; y, Manrique, Marta (2011): Reformas de los sistemas de pensiones en algunos países de la UEM.
  20. Pérez-Díaz, Víctor; Álvarez-Miranda, Berta y Chuliá, Elisa (1997): La opinión pública ante el sistema de pensiones.
  21. Higueras Redecillas, Juan Carlos (2020): La jubilación de nuestro sistema de pensiones
  22. Pensions Commission (2004): Pensions: Challenges and Choices. The First Report of the Pensions Commission. The Stationery Office (TSO).
  23. De la Fuente, Ángel, Miguel Ángel García Díaz, y Alfonso R. Sánchez (2018): La salud financiera del sistema público de pensiones español: Proyecciones de largo plazo y factores de riesgo.
  24. Arenas de la Mesa, Alberto (2019): Los sistemas de pensiones en la encrucijada
  25. Sethi, Ramit (2020): I will teach you to be rich
  26. Kiyosaki, Robert (2000): Padre rico, padre pobre
  27. Dyer, Davis; Dalzell, Frederick; Olegario, Rowena (2004): Rising Tide: Lessons from 165 Years of Brand Building at Procter & Gamble
  28. Osorio, Víctor M. (2016): P&G apuesta por las marcas. Publicado en la Expansión
  29. Delgado, Jesús (2019): Autobiografía de un titán: John D. Rockefeller y los secretos de su imperio.
  30. Argandoña, Antonio; Díaz-Giménez, Javier; Diaz-Saavedra, Julián; y, Álvarez, Beltrán (2013): El reparto y la capitalización en las pensiones españolas
  31. Monereo Pérez, José Luis; Ojeda Avilés, Antonio; y Miguel Gutiérrez Bengoechea (2021): Reforma de las Pensiones Públicas y Planes Privados de Pensiones.
  32. Suarez Corujo, Borja (2014): El sistema público de pensiones: Crisis, Reforma y Sostenibilidad.
  33. Barr, Nicholas; Diamond, Peter (2015): La Reforma Necesaria: El futuro de las pensiones, (Ensayo Económico).
  34. European Commission (2015): The 2015 Ageing Report. Economic and budgetary projections for the 28 EU Member States (2013-2060).nnual report P&G (2020).
  35. Annual report P&G (2020).

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