¿Libertad económica o libertad financiera?

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Introducción

La libertad es un concepto fundamental en la sociedad contemporánea, y su presencia o ausencia moldea gran parte de nuestras vidas. En el ámbito de la economía, la libertad se puede observar desde dos perspectivas complementarias, pero diferentes: la libertad económica y la libertad financiera. Ambos términos reflejan aspiraciones importantes, pero ¿qué significa cada uno? ¿Son realmente lo mismo o deberíamos diferenciarlos de manera más clara?

En este artículo profundizaremos en ambas nociones y veremos cómo influyen en la vida de las personas, así como en la prosperidad de una sociedad. También analizaremos cómo se entienden estos conceptos a nivel individual y global, y qué criterios contables pueden ayudarnos a definirlos.

Qué entendemos normalmente por libertad económica

La libertad económica se refiere, en términos generales, al grado de autonomía que tiene un individuo o una empresa para tomar decisiones en el ámbito económico sin restricciones impuestas por el gobierno o entes regulatorios. Es un concepto que afecta principalmente a la economía en su conjunto y, cuando es alcanzado, genera un entorno que permite a las personas y empresas tomar decisiones en base a su propio interés, promoviendo un mercado competitivo y eficiente.

Para profundizar en este concepto, instituciones como la Heritage Foundation y el Fraser Institute han realizado un trabajo excepcional. Ambos organismos son reconocidos mundialmente por sus estudios y rankings de libertad económica, que miden parámetros como el tamaño del gobierno, el sistema judicial y de propiedad, la libertad de comercio, y la regulación de los mercados laborales y financieros. Estos índices muestran cómo la libertad económica no solo tiene un impacto en la prosperidad de una nación, sino también en el bienestar y calidad de vida de sus ciudadanos.

Es importante resaltar que tanto Heritage Foundation como Fraser Institute son referentes en este área, promoviendo la idea de que el crecimiento económico y la libertad van de la mano. Las investigaciones de ambas instituciones han demostrado de forma reiterada que los países con mayores niveles de libertad económica suelen ser más ricos, tener menor pobreza y contar con mayores oportunidades para sus habitantes. Este enfoque favorable nos muestra un ideal de sociedad donde la intervención gubernamental es mínima y donde el sector privado tiene el espacio necesario para prosperar.

Qué entendemos normalmente por libertad financiera

La libertad financiera, por otro lado, es un concepto que tiene más que ver con la capacidad individual de gestionar y controlar el dinero propio para vivir sin depender de ingresos laborales tradicionales. En otras palabras, una persona es financieramente libre cuando sus ingresos pasivos superan o al menos igualan sus gastos, permitiéndole así tener una vida sin preocupaciones económicas y sin la obligación de trabajar por necesidad.

Aquí es donde entran figuras conocidas en el ámbito de las finanzas personales, cada una con su enfoque particular. Robert Kiyosaki, autor de Padre rico, padre pobre, defiende la idea de que la verdadera independencia financiera proviene de poseer activos que generen ingresos constantes, como propiedades inmobiliarias, negocios o inversiones en bolsa. Para Kiyosaki, la libertad financiera es esencialmente un estado donde el dinero trabaja para ti y no al revés.

En cambio, Bodo Schäfer, el influyente asesor financiero alemán, también habla de libertad financiera, pero su visión es algo diferente. Schäfer enfatiza la importancia de una planificación y disciplina financiera rigurosa y se centra en la creación de un fondo de emergencia y la inversión en activos de bajo riesgo, una estrategia que se ajusta a un perfil de riesgo más conservador. Para él, la libertad financiera es una mezcla de seguridad y rentabilidad, pero siempre con un enfoque en proteger el capital antes de buscar grandes ganancias.

Finalmente, en España, Gregorio Hernández Jiménez —autor y referente en inversión a largo plazo en empresas que reparten dividendos— también aporta una visión singular de la libertad financiera. Gregorio fomenta la inversión en acciones de empresas sólidas que generen ingresos pasivos a través de dividendos. Su enfoque está orientado a la estabilidad y a la construcción de un patrimonio que pueda mantenerse en el tiempo sin recurrir a la especulación. En su opinión, la verdadera libertad financiera se logra a través de un enfoque paciente y diversificado, alineado con los intereses de largo plazo. De ahí que Gregorio no abogue por la "libertad financiera", sino por la "estabilidad financiera", explicando que no debemos obsesionarnos con no trabajar, sino que debemos disfrutar de la mejoría de vida que obtendremos con el fruto de nuestras inversiones.

Explicación contable de posición económica y financiera

Ahora bien, los conceptos de liberta económica y financiera resultan un tanto anacrónicos cuando se miran desde una óptica contable. Así, desde una perspectiva contable, la diferencia entre libertad económica y libertad financiera se puede entender mejor si analizamos los conceptos de posición económica y posición financiera de una persona o entidad.

Posición financiera y su relación con la libertad financiera

La posición financiera de una empresa (o un individuo) hace referencia al estado de sus recursos y obligaciones a través de su balance, lo que representa la estabilidad y solidez financiera en el tiempo. Es el análisis de lo que se posee en forma de activos (como propiedades, inversiones, efectivo) frente a lo que se debe en forma de pasivos (como deudas, préstamos o hipotecas). Cuando los activos superan a los pasivos, se considera que la empresa o el individuo tiene una posición financiera sólida y cuenta con suficiente margen para hacer frente a sus obligaciones, asumir imprevistos y realizar nuevas inversiones.

Desde este enfoque contable, la libertad financiera se asocia más con la estabilidad del balance personal: tener una estructura de activos suficiente y bien equilibrada en relación con los pasivos. En otras palabras, una persona tiene libertad financiera cuando no necesita endeudarse o comprometer su estabilidad financiera para cubrir gastos o afrontar imprevistos, porque cuenta con activos que exceden sus pasivos. La libertad financiera vista así no solo implica cubrir los gastos básicos, sino que también implica tener recursos que permitan realizar inversiones para incrementar el patrimonio o mejorar la calidad de vida, incluso en situaciones adversas.

Por lo tanto, para alcanzar la libertad financiera, no basta solo con generar ingresos pasivos. Es igualmente importante que esos ingresos se canalicen hacia la construcción de una estructura de activos que ofrezca una seguridad estable a largo plazo. Esto incluiría contar con un fondo de emergencia y activos que mantengan su valor (o incluso lo aumenten) en el tiempo.

Posición económica y su relación con la libertad económica

La posición económica se evalúa mediante la cuenta de resultados y se centra en la capacidad de generar ingresos netos, o lo que es lo mismo, los beneficios tras descontar los gastos e impuestos. En el contexto de una empresa, la posición económica refleja el rendimiento operativo: su capacidad para obtener ingresos de manera consistente y suficiente para cubrir sus gastos y generar beneficios, lo cual es crucial para asegurar la continuidad y crecimiento del negocio.

En el ámbito personal, podríamos asociar la libertad económica a esta posición, ya que esta se centra en la capacidad de una persona para generar ingresos recurrentes que le permitan mantener su nivel de vida de manera sostenible y crear valor a largo plazo. Así, la libertad económica vista contablemente representa la capacidad de un individuo para tener un flujo de ingresos suficiente para cubrir sus necesidades, permitirle ahorrar e invertir, y en última instancia, mejorar su situación financiera.

Este concepto está vinculado a una situación económica positiva y sostenible en el tiempo, ya que implica contar con ingresos que no solo cubran los gastos, sino que generen un superávit (ahorros o beneficios). Aquí entran en juego los ingresos pasivos (alquileres, dividendos, intereses de inversiones), que son clave para construir una posición económica sólida que sustente una libertad económica real y duradera.

Integración de ambos conceptos: una visión holística de libertad financiera y económica

Ambos conceptos son complementarios y se refuerzan mutuamente. Desde este enfoque:

  • Libertad financiera: Estaría relacionada con la solidez de los recursos frente a las obligaciones. Para alcanzarla, no solo se necesita un balance positivo, sino también una estructura financiera robusta que proporcione seguridad. Se relaciona con tener un fondo de emergencia, activos que superen a los pasivos y un plan de ahorro e inversión a largo plazo. Una buena posición financiera es clave para mantener esta libertad, pues sin estabilidad en el balance, cualquier cambio o imprevisto podría comprometer la seguridad y los proyectos futuros.
  • Libertad económica: Sería la capacidad de una persona para generar ingresos suficientes y sostenibles que le permitan mantener su nivel de vida y cubrir sus gastos, generando un excedente. Esta libertad se asegura a través de una buena posición económica. Aquí, la libertad económica representa la capacidad de crear beneficios o ingresos netos que permitan ahorrar e invertir para el futuro.

Ambos aspectos son necesarios para asegurar una verdadera libertad a nivel personal y financiero. Un balance adecuado entre ingresos recurrentes y una sólida estructura de activos proporciona la libertad de decidir cómo y dónde vivir, invertir en el futuro y afrontar imprevistos sin recurrir a deudas o comprometer la estabilidad financiera.

Conclusión

Entonces, ¿deberíamos seguir llamando libertad o independencia financiera a la situación donde los ingresos pasivos equilibran los gastos? Este término es ampliamente conocido y utilizado, pero no refleja de manera completa lo que realmente se busca. Ni "libertad económica" ni "libertad financiera" son términos totalmente adecuados, ya que omiten aspectos fundamentales de la realidad que implica alcanzar un equilibrio entre los ingresos y los gastos, así como una solidez financiera que permita una vida sin dependencias externas.

Una propuesta más precisa sería hablar de autonomía económica-financiera. Este término refleja mejor la dualidad entre generar ingresos suficientes para cubrir los gastos (dimensión económica) y contar con una estructura financiera sólida, donde los activos superan los pasivos (dimensión financiera). La autonomía económica-financiera captura la idea de una independencia real, no solo de las fuentes laborales, sino también en términos de estabilidad y capacidad de inversión, sin depender de la deuda para sostener el estilo de vida deseado.

 Notas:

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